El Perito Calígrafo estudia y analiza grafismos manuscritos (firmas, textos, guarismos, etc.) para demostrar su autenticidad o falsedad como parte de su trabajo, dentro de los principales ámbitos de actuación en que puede intervenir.
Un dictamen pericial caligráfico presenta dos componentes transcendentales para ser emitido en las mejores condiciones técnico-científicas como son:
- El material de estudio.
- La metodología a emplear.
A lo largo de los próximos artículos expondremos lo relativo al segundo punto, la metodología a emplear o, mejor dicho, los diferentes métodos existentes en la pericia caligráfica, comentando los métodos nulos, desfasados o demostradamente ineficaces para, posteriormente, valorar los métodos vigentes que se siguen empleando a día de hoy y validados para su uso.
Antes de comenzar con dicha exposición, debemos comentar las diferentes denominaciones que, como profesionales, se establecen. Para denominarnos profesionalmente se conocen múltiples denominaciones a lo largo del planeta: Peritos Calígrafos, al menos en España y Argentina (En España, incluso y muy a menudo, se nos nombra como peritos grafólogos, seguramente por desconocimiento); Peritos en grafoscopía en México, etc. es de gran interés leer al eminente perito colombiano Luis Gonzalo Velásquez Posada cuando, a este respecto, comenta en su libro «Falsedad Documental y Laboratorio Forense» (Editorial La Rocca):
«En Europa, particularmente en España y en algunos países latinoamericanos – Argentina, por ejemplo- se sigue empleando el apelativo ancestral de pericia caligráfica.
Un nombre de gran tradición y de connotaciones culturales importantes. Fueron los calígrafos, como se sabe, quienes durante mucho tiempo actuaron como peritos o auxiliares de la justicia en este campo.
La denominación perito calígrafo, sin embargo, se ha venido cuestionando desde los comienzos mismos de la actividad. Los peritos calígrafos sustituyeron en España a los denominados revisores de letras y papeles sospechosos -precedidos por los buenos omes, e sabidores, a los que aludía la Tercera Partida de Don Alfonso X- y se dedicaron en forma exclusiva a la identificación de escritos manuales por vía de cotejo.
La función del perito calígrafo se circunscribió desde sus inicios, insistimos, a la identificación de escrituras manuscritas. Tan definido era este campo de acción que un célebre cultor de la especialidad, el ya citado español Rómulo Rocamora Batlle, llegó a censurar la actuación de uno de sus colegas por haber dictaminado que a un libro copiador de cortes le habían sido arrancadas sus cubiertas, sustituyéndolas por otras. Para el eminente maestro ese dictamen era inaceptable pues constituía, según sus propias palabras, una “desviación improcedente e inadmisible» de las funciones periciales. “Tal hecho -advertía- no entra, ni puede entrar en la órbita de su competencia.”
El perito calígrafo es un experto en caligrafía, es decir, un escribano amanuense o pendolista y la caligrafía, como ya explicamos, es la estética del grafismo manual, el conjunto de reglas para escribir bien, en forma clara y bella.
En estricto sentido la función del perito calígrafo se circunscribe, por lo tanto, a la determinación de la belleza del grafismo examinado. No faltaba razón, pues, al célebre jurista y calígrafo catalán, al decir que “las palabras al definir la esencialidad de las tareas son algo impropias, si nos amoldamos a su significación.”»
Sin miedo a equivocarnos, mientras no haya consenso internacional en este aspecto y aun cuando resulta muy complejo cambiar nuestra denominación actual a lo largo de todos los ámbitos en que se sumerge el perito entendemos, como lo más apropiado en estos momentos, denominarnos Peritos en Grafística o Analistas Forenses de Documentos, más allá de los diferentes campos de actuación vinculados con la profesión como la documentoscopia, lingüística, Grafopsicología, etc.
MÉTODOS EN DESUSO PARA EL PERITO CALIGRAFO
La profesión del Perito Calígrafo existe desde tiempos remotos, a la par de los falsificadores. Desde aquellos primeros expertos hasta nuestros días se han aplicado diferentes métodos de identificación de autorías escriturales, cada uno de ellos con diferentes niveles de eficiencia.
Algunos de los métodos no pueden considerarse serios pues, aun cuando tienen estructura y base científica, su aplicación práctica entraña irregularidades o, cuanto menos, la exposición subjetiva del perito que lo aplica, generando conclusiones finales con graves errores, lo que desprestigia al profesional que emite el dictamen y, en consecuencia, a todo el sector profesional.
A continuación, comentaremos los métodos periciales más empleados a lo largo de los años, analizando sus pros y sus contras, y finalizando con los más efectivos y que se siguen empleando por los peritos calígrafos a día de hoy, mostrando igualmente los métodos aplicados en el Gabinete Pericial LMPeritos. Todo este análisis a llevar a cabo se expondrá a lo largo de cuatro artículos consecutivos, empezando por esta primera parte que abordamos.
MÉTODO MORFOLÉTRICO, GRAMATOMÓRFICO, MORFOLÓGICO O FORMAL.
Se trata del método más antiguo conocido, ya nombrado en el Código de las Siete Partidas, cuerpo normativo redactado en el Siglo XIII durante el reinado de Alfonso X en la Corona de Castilla. Su aplicación real fue más importante en la Francia del Siglo XVI, siendo conocido ya en el Siglo XIX, de forma despectiva, como bertillonismo a raíz del famoso caso Dreyfus cuyo análisis conlleva estudio aparte.
El método se basaba en la comparación de los aspectos formales y externos de los signos, de las letras, una a una, en busca de semejanzas y diferencias entre ellas, en base a la verificación de sus elementos esenciales.
Si la identificación de una escritura manuscrita se basase únicamente en su formación estética, sería establecer el método sobre la base de que cada escribiente es constante en la ejecución de su escritura manual: nada más lejos de la realidad.
El perito ha de comenzar su análisis con un estudio previo de la formación estética, es obligado, pero ello es la base de una profundización mayor, de un examen riguroso del grafismo a analizar.
En palabras del Dr. en Derecho y Perito Calígrafo colombiano, Luis Gonzalo Velásquez Posada, en su libro Falsedad documental y laboratorio forense:
«Olvida el método gramatomórfico que son precisamente las formas y los elementos externos del grafismo los aspectos que el falsificador procura reproducir con mayor fidelidad –o disfrazar de la mejor manera, en el caso de la manipulación por desfiguración- para poder lograr el cometido propuesto. Basar la identificación de los manuscritos en el simple cotejo de las formas o contornos literales, en consecuencia, es hacer gravitar la prueba sobre la más inestable de las bases. Es, ni más ni menos, limitar el estudio al análisis del aspecto más mudable y susceptible de manipulación por el falsario.»
Jacques Raveneau, en su libro “Traité des inscriptions en faux et reconnoissances d´ecritures et signatures par comparaison et autrement” de 1665 indica que “No hay que sujetarse a la forma de las letras si se ha de constatar y dictaminar sobre la autenticidad o la falsedad de una pieza escrita.”
MÉTODO CALIGRÁFICO
Este método no se diferencia en demasía al anterior. Su base está en la comparación directa de las letras, de su estructura estética, asimilando o diferenciando su formación.
Como ocurriese con el anterior método, en cuanto se cotejen dos estructuras basadas en una automodificación, por ejemplo, estéticamente serán diferentes y el método no podría valorar su diferencia en base a la automodificación con que se crearon, descartando su autoría directamente.
Algunos autores lo denominan también como el método de los revisores de letras, empleado en España desde finales del Siglo XIX e inicios del Siglo XX.
MÉTODO GRAFOLÓGICO
Este método aparece al resultar nulo y muy limitado el método morfológico, ya comentado. Parte de la investigación subjetiva del grafismo y se implantó a través de dos escuelas: la francesa, de Crepieux-Jamin, y la alemana, de Ludwig Klages.
Además de estas dos escuelas, también se conoce como método grafológico al establecido por la rama italiana de Moretti.
Todo ellos parten del hecho de que, si la grafología permite obtener un perfil psico-caracterológico de un escribiente, resultaría fácil demostrar que dos escrituras están realizadas por una misma mano escribiente.
La escuela francesa comenzaba una clasificación general de los grafismos en base a los ocho géneros escriturales:
Dimensión Orden
Forma Cohesión
Dirección Inclinación
Velocidad Presión
Para continuar con la búsqueda de signos identificativos de cualidades diversas como moralidad, intelectualidad o creatividad, entre otros, obteniendo con ello un retrato grafológico que, en el caso de dos escrituras de una misma mano escritora, habrían de ser iguales.
Para la escuela alemana, se subordinaba el estudio a los diferentes ritmos gráficos así como los signos producidos por los movimientos de contracción y relajación muscular, obteniendo con ello una identificación en base a sus cualidades temperamentales.
Aunque en su momento fue todo un avance, no se contemplaba en ellos las condiciones psicofísicas del escribiente, aparte de no servir su aplicación en múltiples casos de falsificación como el calco, la reproducción por procesos mecánicos, etc.
Para la escuela italiana de Moretti, su objetivo es coincidente con el de las dos anteriores, es decir, determinar el carácter de una persona a través de su escritura para cotejarlo con el de otra escritura:
Si los caracteres son diferentes, las escrituras no serían realizadas por una misma mano escritural, y viceversa.
Con este método se valoraría el trazado gráfico como producto caracterológico del escribiente, articulado por todas las particularidades que caracterizan la expresión del individuo, haciéndolas muy diferentes de todas las demás.
Al igual que los anteriores, este método pecaría de los mismos errores y defectos, aparte de implicar un conocimiento profundo de la escritura y de los rasgos de personalidad involucrados, pudiendo con ellos participar la subjetividad de quien aplicase el método y escasos conocimientos grafológicos para su aplicación. Ello sin tener en cuenta la no valoración de la variación en el estado de ánimo, circunstancias psico-físicas del escribiente, posturas y soportes empleados, así como un largo etcétera.
En la actualidad, todos los profesionales de la escritura, o al menos la mayoría que se pueden considerar tales -sin contar con ese pequeño sector radical que no considera lo más mínimo a la ciencia grafológica o grafopsicológica como tal- aceptan y comprenden el vínculo y la relación entre la mal llamada pericia caligráfica y la ciencia grafológica.
De hecho, no se debe considerar perito calígrafo a aquel profesional que no conoce lo suficiente de la ciencia grafopsicológica, entre otras ramas multidisciplinares relacionadas, como para saber determinar indicios de alteraciones escriturales producto de los diferentes estados anímicos, enfermedades mentales, enfermedades orgánicas o adicciones, entre otros.
De igual forma, también ha de conocer de otras ciencias necesarias para su profesión como la fotografía, la documentoscopia, informática, etc. El campo de actuación de la pericia caligráfica es y debe considerarse como una ciencia multidisciplinar vinculada con otras muchas. Pero de ahí a realizar un dictamen pericial caligráfico basado únicamente en este método es ingenuo pues implica, no solo grandísimos conocimientos en el ámbito grafológico o grafopsicológico, sino una completa abstracción de lo que rodea a un asunto pericial y unas muestras gráficas completas y de calidad que, en este sector, no siempre, por no decir casi nunca, podremos disponer.
Sabemos la afectación de la salud sobre la escritura y, aun así, los habitualismos gráficos permanecerán en esta lo que, a pesar de las alteraciones que puedan mostrar, nos permitirá llegar a una conclusión fidedigna. Si, además de un estudio profundo de la escritura, podemos apoyarnos en la Grafopsicología, Grafología o en la Documentoscopia para ampliar, concretar y refutar resultados, más completo y concluyente será nuestro trabajo.
Pero apoyarnos únicamente en la Grafopsicología o en la Grafología para determinar la autoría o falsedad de un escrito sería contravenir los principios científicos de la pericia caligráfica más aún cuando ambos campos emplean metodologías muy diferentes, incluso entre las diferentes escuelas y tendencias dentro de cada uno de ellos y cuando el objetivo del grafólogo no es determinar la autoría de escrituras, ni por supuesto estudiar las tintas, el papel o cualquier alteración documental.
En artículo posterior continuaremos con el análisis de otras metodologías que ha utilizado o utiliza el perito calígrafo.
Luz María Pastor Vázquez | LinkedIn | Facebook
Perito Calígrafo y Documentóloga (Analista Forense de documentos), Grafopsicóloga, Lingüista Forense y Experta en Propiedad Intelectual.
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