ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA PERICIA CALIGRÁFICA
Finalizamos el análisis seguido en los últimos artículos sobre los orígenes y evolución de la Pericia Caligráfica, centrándonos en los máximos exponentes españoles.
En España, antes de la entrada de la psicología de la escritura, destacó Matilde Ras (1881-1969), quien estudió a la sombra de grandes maestros como Crepieux Jamin y Solange Pellat. De esta autora son: «Grafología. Estudio del carácter por la escritura», «Grafología», «Grafología: las grandes revelaciones de la escritura», «La inteligencia y la cultura en el grafismo», «El retrato grafológico», «Historia de la escritura y grafología», «Estudio del carácter por la Grafología», «Los artistas escriben» y «Lo que sabemos de Grafopatología».
A partir de ella, surgen su sobrina como continuadora de su obra, Silvia Ras (¿?-2000), así como el ya nombrado Augusto Vels, de quien surgen discípulos como Francisco Viñals, impulsor del Grafoanálisis Transaccional, o Mauricio Xandró, quienes fundaron sus respectivas escuelas.
En cuanto a los orígenes de la Pericia Caligráfica, cuyos fundamentos son comunes a la grafología, se remontan a los tiempos en que, al aparecer los primeros textos escritos y las primeras «robras» (rúbricas) y «signos» (firmas) surgen los falsificadores y, en consecuencia, las técnicas de lucha contra ellos.
«El fraude en los escritos es tan antiguo como la escritura misma»
Jean Gayet, Manual de Policía Científica.
«Los falsificadores han existido siempre»
Maggie Guiral, “La valeur de la preuve dans I’expertise d’êcritures»
Guiral también nos dice de Tito Livio, emperador romano del siglo I, según Suetorio, historiador, cuya obra principal es la «Vida de los doce Césares» (entre Julio César y Domiciano) habría podido ser el más grande falsario de su tiempo.
En Procopio, historiador bizantino del 562, puede leerse que Prisco de Emego, que imitaba la escritura de sus contemporáneos, sólo pudo ser descubierto por su propia confesión. Por tanto, a nadie le puede extrañar que si las falsificaciones escriturales comenzaron con la propia escritura, la lucha contra ellas también arranque en los primeros tiempos.
El mismo Guiral, en su citada obra, nos asegura que la legislación en la Roma de Constantino el Grande (siglo IV a. de Cristo) ya preveía la prueba de la escritura por comparación.
Investigando en los antiguos textos españoles hemos encontrado en el «Libro de los Jueces» o «Fuero Juzgo» (recopilación sistemática de las leyes que los reyes godos hicieron en España en el año 634, reinando Sisenando y publica en el IV Concilio de Toledo) amplias referencias al tema de la escritura y cotejo.
El Fuero Juzgo consta de doce Libros que abarcan las funciones del legislador, los juicios, matrimonios, hurtos, daños a terceros, castigos, legislación sobre los médicos, mercaderes, marineros, etc., incluso con normas para la elección de los reyes.
En el Libro II, dedicado a los juicios y sus causas, el Título V se centra en los «escritos que deben valer o no, y de las mandas de los muertos» (a las que hoy llamamos testamentos).
| Hay ocho Capítulos cuya denominación es suficientemente expresiva: |
| IX. Que el escripto que es fecho por fuerza ó por miedo non vala. |
| X. De los escriptos que fazen los ninnos, quales deven valer. |
| XI. De las mandas de los muertos, como deven ser escriptas é firmadas. |
| XII. De las mandas daquellos que van en romería, como deven seer firmadas. |
| XIV. De los escriptos que son dubdosos, cuemo deven seer provados por otros escriptos dessa misma mano. |
| XV. De los escriptos dubdosos. |
| XVI. De los escriptos que se semeian. |
| XVII. Si la testimonia dize una cosa, y el escripto dize otra. |
El cotejo de escrituras ya estaba regulado en España con mucho detalle en el siglo VII, y aún antes si tenemos en cuenta que gran parte de las leyes del Fuero Juzgo eran transcripción de viejos usos y costumbres que se pierden en la noche de los tiempos.
En la Pericia Caligráfica, tanto en orígenes como en su propia evolución, los estudios y experiencias realizados se entremezclan y ensamblan con otras materias de la Policía Científica, dedicando a los temas de falsificación de documentos una parcela equivalente, por ejemplo, a la de otras cuestiones de la investigación criminal: inspección ocular del lugar de los hechos, estudios de balística, huellas e indicios del delito, etc.
En Francia, la tentativa más antigua que conocemos sobre la organización del peritaje caligráfico, data de 1569 (en cita del expresado Maggie Guiral), «época en que habiendo cierto falsario tenido la audacia de imitar la firma del rey Carlos IX, se ordenó judicialmente a varios hombres de reconocida competencia que examinasen el documento apócrifo, que implicaba delitos de falsedad y lesa majestad. Al año siguiente, los expertos, agrupados en Comunidad de Peritos Calígrafos Verificadores, recibieron del Canciller de I’Hôpital, por orden de Saint-Germain des Prés, sus correspondientes títulos…»
Durante los siglos XVII a XIX, se va dando la madurez y la perfección de las averiguaciones del fraude de la escritura, siendo así en el siglo XIX, cuando queda consolidado el estudio de los documentos modernos y se perfecciona la doctrina de la falsedad en la que prevalece la dirección del Código Penal Francés, el cual, agrupa una categoría de delitos de falsedad: falsificación de moneda, sellos, documentos, títulos de créditos,…
El francés Edmond LOCARD (1877-1966), de renombre mundial, publicó bajo el título «Manual de Técnica Policíaca»; la edición española salió, por primera vez, en 1954. Su contenido se distribuye en once extensos capítulos, uno de los cuales, concretamente el V, está dedicado íntegramente al examen pericial de documentos escritos.
Hay también autores que dedican capítulos de sus obras científicas a estos asuntos.
De lo dicho hasta ahora, podemos deducir la existencia de una relación, no sólo histórica sino causal, bastante clara entre la Pericia Caligráfica y la Grafología:
Ambas se basan en la escritura del individuo pero, mientras la Grafología busca los factores psicológicos para definir la personalidad del escribiente, la Pericia Caligráfica basa sus estudios técnicos en las constantes gráficas del individuo.
Estas constantes tienen, no sólo un origen cerebral o muscular, como veremos en posteriores artículos, sino emocional. Por ello, en ambas ciencias nuestro estado psicológico desempeña un papel muy importante.
Es obvio que la escritura de una misma persona sufre innumerables cambios, de forma constante a lo largo de su crecimiento y desarrollo, que tienen su origen en diversos factores (como la edad, el sexo, la cultura,
«La peritación caligráfica se apoya en dos materias, la Caligrafía y la Grafología. Sin un conocimiento directo y detenido de la primera, y sin tener noción de la segunda, es imposible practicar con éxito y a conciencia el peritaje de la escritura.»
etc.), aunque posea constantes gráficas que nos darán la clave para identificar a una misma mano entre muchas escrituras. Consecuentemente, es conveniente que el Perito Calígrafo tenga nociones suficientes y continuamente actualizadas sobre grafología, para saber si los escritos en tela de juicio presentan alguna anomalía a tener en cuenta.
Según el profesor Eufrasio Alcázar Anguita, en su libro “Técnica y Peritación Caligráficas”, cuando expone el fundamento de la Peritación Caligráfica, comienza diciendo:
Así, el trasfondo psicológico de estas dos ciencias hace imposible prescindir de alguna de ellas ya que su conocimiento nos permitirá:
- Realizar una investigación más profunda, percatándonos de pequeños detalles que habría sido difícil, o casi imposible, identificar sin determinados conocimientos, aportando a nuestro informe una verdadera fundamentación psicológica.
- Concluir de forma veraz y correcta la elaboración de una escritura o firma, por una misma mano o sobre su posible falsificación.
Podemos afirmar entonces que ambas ciencias se complementan y se apoyan de forma inequívoca siendo, para los dictámenes periciales, la una para la otra una herramienta básica en su elaboración.
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